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¿EXISTIRA UN LÍMITE?

Actualizado: 21 may 2021


«¿Es el caminante el que elige el camino o el camino el que elige al caminante?».


—Garth Nix


Damos la bienvenida a un nuevo día en el instante que abrimos los ojos.

A través de ellos podemos generar pensamientos, analizarlos y llegar a conclusiones que nos lleven a tomar medidas. Cada decisión está alineada a nuestras creencias, intereses, valores, cultura, y más. La acción que se toma y la que no, siempre crean un resultado; bueno o malo, algo o nada. Me tomo el atrevimiento de decir que sin importar nuestra procedencia todos buscamos lo mismo, la felicidad. Pero, ¿qué es felicidad? Para algunos puede ser tener un cuerpo perfecto, para otros, la acumulación de premios, lujos, llegar a la fama, tener «likes» en redes sociales, o generar la mayor cantidad de dinero. Esto me lleva a preguntar: ¿será que nuestro entorno determina lo que significa esa palabra y llene nuestra mente de codicia? Si es así, ¿de qué modo podemos evitar comprar las ideas que nos venden sobre qué nos hace feliz y qué necesitamos para sentirlo?

Contigo compartiré tres de los tantos motivos que pueden inducirnos a tomar decisiones en la búsqueda de la felicidad: marketing de corporaciones, la presión social y redes sociales.

Marketing de Corporaciones

Las grandes compañías son quienes realmente dominan el mundo, ciertamente son las que determinan lo que el consumidor necesita. En el momento que crean un producto deslumbran con elegancia su creación para lograr influenciar al usuario a comprar lo que ofrecen. Ellas lo hacen a través de promociones en la televisión, cine, mensajes a correos electrónicos, redes sociales, letreros en las calles y de muchas otras formas. ¿Por qué las personas sin importar su nivel académico caen en sus juegos? Es posible gracias a que son maestros en el arte de vender historias. Simple respuesta, ¿no? Con los anuncios pintan en la mente el cómo sería la vida de la persona al tener el producto en sus manos. Es ahí donde se puede experimentar un sinnúmero de emociones que inconscientemente puede dar nacimiento a la creencia de que lo necesite. Al final se compra el producto o servicio.

Por ejemplo, digamos que Mario está sentado en los muebles de la sala de su casa viendo una serie. De repente aparece un anuncio en donde se presenta un batido para bajar de peso y se enumeran los beneficios que tiene. Luego muestran fotos del antes y después de alguien que ha estado usando el producto. Para rematar enseñan un video de esa persona hablando de lo bien que le hizo consumir el batido. Mario empieza a verse a sí mismo tomándolo y bajando de peso. Nadie sabe que muy dentro de él, se siente inseguro de su cuerpo, desea verse bien y saludable. Pero lo más importante es tener buena salud. Al final toma el teléfono y hace la llamada para adquirir el batido.

Escenarios similares ocurren con otros productos como: carros, ropa, comida, seguros de vida y muchos más. Sin lugar a dudas las historias tienen un poder inimaginable, porque a través de ellas podemos ver que fue posible para otros y que puede serlo para nosotros mismo. Somos seres llenos de emociones y nuestras acciones se toman con base en ellas.

No lo necesito, pero lo quiero

En algún momento a todos nos ha pasado esto. ¿Por qué sucede eso? ¿Será que sin saberlo tenemos un vacío lleno de insatisfacciones y que a través de tener más se puede cubrir por un tiempo y sentirnos mejor? No sé, pero lo que sí sé, es que ciertamente podemos acumular gran cantidad de objetos que rara vez son usados, pero que en cierto modo pueden tomar el control de nuestro espacio.

A mí me encanta la ropa, me gusta mezclar los colores y estilos. Hacerlo me genera una gran emoción, es difícil de explicar. Cuando voy a tiendas y veo algo que me gusta, imagino cómo lo combinaré con la ropa que tengo en casa. Después de cómpralo me siento bien de llevarlo. Lo interesante es que luego de usarlo por primera vez, en la segunda, no sé, no se siente igual. Es como que se pierde el afecto y lo tiró en la esquina del olvido del ropero. Pero no me detuve, con el tiempo seguí comprando y acumulando más ropa. Cuando el clóset se llenó, empecé a ponerlas en una maleta y bolsas debajo de mi cama. Hasta que un día me di cuenta que ya no tenía más espacio para mi equipo y libros. Eso me preocupa. Ahí comprendí que tenía demasiada y estaba usando menos de la mitad de la ropa que tenía. Decidí regalar gran parte de ella y botar la dañada. Después de reclamar de nuevo mi espacio, sentía que mi mente podía estar más libre para crear ideas. Aprendí en ese proceso que en el momento que compro una prenda, una prenda que use o no, tiene que salir del guardarropa para darle espacio a la nueva. Pero mucho antes de comprarlo tengo que ver qué realmente necesito para así no malgastar el dinero.

Presión social


Economipedia.com define presión social como «la influencia ejercida por un grupo social para lograr que una persona cambie sus actitudes, sus pensamientos o, incluso, sus valores».

Ejemplo:

Digamos que cada año los amigos de Mario, del primer ejemplo, compran el iPhone más reciente. Imagínate que todos ellos están reunidos en la casa de él hablando de lo maravilloso que es el aparato y se sienten feliz de tenerlo. Sus comentarios y emociones son testimonios que indirectamente pueden hacer que Mario quiera el teléfono y desee percibir lo que ellos sienten. En adición a eso, él ha visto promociones en Internet, televisión, letreros en la calles sobre el celular y ahora está escuchando a sus amigos reafirmando todo. Mario tiene el iPhone de dos generaciones más viejos. Para no sentirse que no está actualizado y poder verse cool o aceptado en los ojos de ellos y para evitar recibir algún comentario de burla decide comprarlo.

Esto puede ocurrir en la compra de un auto, zapatos, casa, televisión, cámara, la lista no termina. El seguimiento de modas puede llevar al mal manejo del dinero y la producción de deudas.

Vivir el plan de otra persona

Si alguien no tiene un plan claro de lo que desea hacer en la vida. Puede ser fácil para la familia, amigos o conocidos motivar a seguir un camino equivocado. Nuevamente vamos a usar a nuestro querido amigo Mario «Hola, Mario». Digamos que gran parte de sus amigos están estudiando enfermería, ellos le han comentado sobre los beneficios económicos y de desarrollo que provee esa carrera. Imagínate que Mario ha visto anuncios en todas partes y ahora sus amigos le están reafirmando lo que le han estado vendiendo. Sé que sabes qué decisión tomará Mario… Pensemos que Mario estudia esa carrera y se gradúa con los mejores honores. Después consiguió un trabajo en un hospital y empezó a generar un buen dinero. Pasan los primeros tres meses y todo va bien, luego seis meses, todo va de maravilla. Después del primer año, algo está sucediendo. Mario llega al trabajo pero no con la misma emoción. Los minutos se sienten como horas y las horas se hacen eternas, él se siente miserable en el trabajo y quiere hacer otras cosas. Mario luchó por mucho tiempo para ganar dinero y ahora es infeliz.


¿Qué sucedió?

La respuesta proviene de un artículo que leí hace unos años atrás, escrito por Siobhan Harmer, llamado «10 Reasons Why Following Your Passion Is More Important Than Money» (10 razones por las cuales seguir tu pasión es más importante que el dinero). Harmer escribió estas palabras: «No importa la cantidad de dinero que ganes, nada te ayudará a superar la sensación de hacer algo que odias». Es importante seguir nuestro sueño y no vivir la vida que otros quieren o te sugieran. El dinero es necesario para cubrir gran parte de nuestras necesidades, pero no lo es todo.

Redes sociales

Las redes sociales son un medio de comunicación que desde el alcance de nuestros dedos nos conecta con todo el planeta, sin importar las fronteras del lenguaje, horas y tiempo. Independientemente de los aportes de este gran invento, también como toda enigmática ciudad llena de riquezas y belleza tiene sus lugares poco atractivos. ¿A qué me refiero? A gran cantidad de historias superficiales de la gente, en donde relatan una vida de abundancia y felicidad, con el fin de ganar seguidores y aquellos anhelados likes. ¿Sera posible que el estado emocional de una persona sea afectado por la cantidad de likes y comentarios que reciba en una foto o video? O quizás, ¿el valor del ser humano está determinado por el impacto que manifiesta en la plataforma virtual? Me atrevo a decir que sin excepción, todos somos valiosos, pero sí puedo decir que depende en cómo nos percibimos. La felicidad es un estado interno, no externo.

Para finalizar quiero hacerte algunas preguntas:

¿Será verdad que el tener pensamientos de codicia causará sentir un vacío que consume y crea un ambiente de castigo?

¿Será verdad que la codicia es la nube negra que no nos deja ver la belleza del día y que no permite ver nuestro frutos (lo que hemos logrado), pero nos invita a asomarnos a ver la finca del vecino?

¿Qué es la felicidad y por qué estamos en búsqueda de ella?

¿Realmente las redes sociales, el marketing de corporaciones y la presión social nos venden lo que nos hará felices?

¿Por qué queremos más?

¿Existirá un límite?

Todo está en nuestras manos…







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